3 may 2012

Tu nombre

 Te respeto por lo que sos y por lo que sos capaz de hacer. 
 Con tu filosofía colosal arremetés sin aviso, sin piedad, sin misericordia. Siempre con tus objetivos fijados, tu intento insaciable, esa hambre voraz que no se calma nunca. 
 Es una lástima que estés del bando contrario, que hayas elegido ese camino, pero es la verdad que no deja de torturar. 
 Si tomáramos tu actuar y tu desarrollo, tal vez no hubiese razón para sentir temor. El sufrimiento pasaría a un segundo plano. 
Porque no distinguís entre color, raza, religión o sexo. Sólo te preocupa llegar y hacer tu trabajo sin que nadie te interrumpa o te moleste. 

 Ojalá pudiera escuchar tu voz y recibir de tu parte lecciones que nadie más pueda enseñarme. 
 Para saber como comportarme sin pensar, sin tener miedo. 
 Para que me digas tu secreto, que me cuentes por qué te llamas de esa manera tan repugnante que remueve el estómago cada vez que alguien te menciona. 
 Para que me expliques (si podés) cómo fue que elegiste el sufrimiento y no la bondad.

 Podés ser dolorosa, callada, abusiva, tediosa. Y hasta en ocasiones compasiva e inesperada. 
 Cómo disiento de lo que hacés a la vida, pero cómo admiro la forma en que lo hacés. Tan minuciosa y detallista. 

 Le tengo pánico tu presencia. Por que te vi frente a frente más de una vez. Pero no es cuando estamos a solas que el miedo me domina, sino cuando venís en busca de un ser querido. Maldita entrometida. 
 No sé tus razones y te confieso no me agradás para nada.
 Si pudiera te robaría todas tus ideas, fortalezas y propósitos, para así poder salvar a los míos. 
 Para darles serenidad, y quitarles aprensión. 
 Y al fin ser más fuerte que vos y poder cambiar tu nombre: Enfermedad.

No hay comentarios: