3 abr 2013

Bienvenidos a mi demencia

Mi nombre es completamente irrelevante ya que si mis ojos hubiesen sido verdes, mi nombre hubiera sido Lucía.  Me habrían dicho Lu y la mayor parte de la gente se confundiría con Luciana, Ludmila, y otras luces.
 También me podrían haber puesto esos espantosos apodos como Mili, Lena o Milita con el que llaman a las Milenas. Tampoco me gusta decir que me llamo Milena porque es así como me dicen cuando alguna cagada me mandé.
 No tengo nombre, por ahora.

 En cuanto a mi persona, es de esas que se quejan de la gente o de la no gente. Me molestan más que nada los clones andantes de Ken y Barbie completamente irreconocibles ante tantos pelos extremadamente largos, tantas caras de asco y tanta imbecilidad junta.
 Me molesta la gente, pero mayormente me molesto yo.

 También me gustan cosas. Me gustan los viejos que te dan charla en el bondi, las conversaciones desde cero, el café, el olor a libro nuevo, caminar hasta que tus pies te supliquen que pares, la lluvia, la carita pedigueña de los perros, conocer gente sin conocerla, las manos, la soledad, la guitarra, los rulos toing.

 Soy de esa clase de persona que llora a solas contándole los problemas al perro, perdiendo cada gramo de dignidad que nunca tuve, pero aún así, cuando me preguntan contesto ”Re bien, ¿Por?”.
 Soy de esa clase de persona que necesita atención y pasar desapercibida al mismo tiempo.
 Odio los cambios así como odio la estabilidad. Mi mente se basa en contradicciones constantes, es insufrible. ”No se lo que quiero pero lo quiero ya”. Hola.

 ¿Tenés pareja? No. Soy un apio. Los apios no tienen pareja. El amor se la come y por eso yo me como al amor.

 Me gustan los sweaters, mucho. Me gusta el café, mucho. Me gusta dibujar, mucho. Me gustan las verduras y las cosas ricas. Me gusta como cocina mi bisabuela.
 Creo que perdí la cordura, la dignidad, la capacidad de razonar, la belleza, la mente, la cabeza. Aún así hay algo que nunca voy a perder: la sonrisa.

 Los lápices se convirtieron en mis mejores amigos y el papel en mi psicólogo. Odio los psicólogos y los médicos, no me preguntes porqué.
 Creo que la simplicidad es lo más lindo que alguien puede tener. Creo que tomarse un té mientras se cuentan los dedos de los pies es mucho más lindo que tener una familia o esas cosas raras que la gente hace. Creo que la risa tiene vida propia, completamente ajena a la persona.
 Estoy casi segura de que las calles se cambian de lugar, al igual que los locales, que los relojes andan como quieren y que mi pelo nunca se va a poner de acuerdo con mi cara.
 Hoy no es mi día, este no es mi mes, tampoco mi año. Mi vida no es la ideal pero ya estoy acostumbrada al caos.

 Si me encontrás por algún lado te recomiendo que te alejes, pero si te acercás te invito a que tomemos un vino y me cuentes de vos.

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